26 - Rescatando a Lord Inferno

01.03.2013 19:36

CAPÍTULO 26

RESCATANDO A LORD INFERNO

 

     Han pasado 4 días.

 

     PJ se encuentra en su habitación, aún convaleciente a raíz del desmayo sufrido días atrás. Ella mira en dirección a la ventana, admirando el azul del firmamento, hasta que llega su guardiana. – Buenos días, joven PJ.

– Hola Gaia.

– Tienes una visita especial.

– ¿De quién se trata? – En esto, alguien se asoma por la puerta de su cuarto. – ¡Hola Raye!

– ¡Hola PJ! – Responde la doncella del templo, sentándose en la cama, justo al lado de su amiga. – ¿Cómo te sientes?

– Un poco mejor, aunque tengo esa sensación que no quiere desaparecer. Ya van varios días así.

– ¿Aún con esa angustia?

– Así es, joven Raye – Responde la lechuza, posándose al lado de su protegida, acurrucándose bajo su brazo. – Pero como indicó la doctora, ella tiene que descansar, y mucho.

– Eso intento, Gaia – se queja Proserpina – pero… no logro calmarme. ¿Tendrá esto que ver con mi pasado?

– Es una posibilidad que no podemos descartar. Pero primero tiene que mejorar su estado de salud, para iniciar con nuestra investigación.

– Gaia tiene razón. Debes relajarte para que puedas curarte.

– Lo intentaré…

 

     En esto, la pelicastaña siente una presencia conocida, justo en su habitación, algo que la alarma. – ¿Sintieron eso?

– ¿Sentir qué, joven PJ?

– Hay alguien aquí… – Añade Raye, mirando a su alrededor, buscando a esa persona o animal, hasta que nota que la puerta del armario tiene un minúsculo movimiento, entonces ella se acerca, moviendo lentamente la puerta, descubriendo a un intruso.

 

     PJ queda en shock. – ¿Hermócrates?

– ¿Quién es él?

– Él es el sirviente de Lord Inferno, Gaia. – apenas dijo esas palabras, la lechuza empezó a ponerse inquieta, posicionándose justo al frente de la chica para protegerla.

 

     Raye prepara uno de sus pergaminos para atacar al asustado sátiro. – ¿Cómo te atreves a venir aquí, enviado del mal?

– ¡No Raye, Gaia, esperen! – Reclama la joven Tatopolous, intentando controlar a su mascota guardiana. – ¡Él es mi amigo!

– ¡¿QUÉ?! – dicen ambas al unísono.

 

     La adolescente se levanta rápidamente, agachándose frente a su pequeño amigo, tratando de calmarlo ya que se encuentra muy nervioso. – Discúlpalas, Hermócrates. Ellas sólo querían protegerme.

– Sí… las entiendo. Yo haría lo mismo…

– Pero dime, ¿qué haces aquí?

– Vine a pedirle su ayuda… Es sobre mi amo.

– ¿Qué cosa? – Esta vez PJ muestra mucha preocupación a través de sus ojos color esmeralda, colocando su mano sobre su pecho. – ¿Qué le pasó a Lord Inferno?

– Lleva desaparecido desde hace varios días. Creí que hacía algo importante, pero luego…

 

*** FLASHBACK ***

 

     El sátiro se encuentra en la gran habitación a oscuras, cepillando el oscuro terciopelo del trono pues empezaba a llenarse de polvo por la falta de uso. Me pregunto dónde estará el amopensó. Luego siente una presencia y, al dar la vuelta... – Señora Criseida.

– ¿Qué estás haciendo, Hermócrates?

– Sólo desempolvo el trono, mi señora.

– Ah… claro. – Ella se sienta, pasando su mano sobre el terciopelo, luego por el frío metal del asiento. – No voy a negar que has hecho un buen trabajo… todo se siente tan limpio.

– Se lo agradezco señora. – La criatura piensa retirarse, pero luego se le ocurre hacer una pregunta. – Disculpe…

– ¿Qué quieres?

– Me preguntaba si usted sabría dónde se encuentra el amo.

– ¿Por qué tendría que saber sobre el paradero de Inferno? – Responde la peliverde, mostrando cierto enojo, como ofendida. – Él debe andar por ahí haciendo sus… cosas.

– Perdone, mi señora, pero creí que…

– ¿Creíste que yo era su niñera? ¡Ahora sí que me ofendes!

– Y… yo… no quise decir eso…

– No pienso perder el tiempo discutiendo contigo. ¡VETE!

– Como usted diga… – Hermócrates baja su cabeza en señal de sumisión, da la vuelta y se aleja rápidamente del gran salón. Entonces él se percata que dejó algunos artículos cerca del trono, los cuales necesita para seguir cumpliendo con sus deberes así que, aún con temor de otra represalia, él decide volver a por sus cosas.

 

     Justo cuando estaba por entrar, el sátiro puede escuchar no una… sino dos voces en el salón en tinieblas, siendo una de ellas algo profunda, aparentemente la de un hombre de edad muy avanzada. – Luces muy cómoda, ¿no es así?

– No negaré que este trono es bastante acogedor, maestro. – Responde Criseida, mirando hacia una silueta masculina en medio de las sombras. – Espero con ansias el día en que, finalmente, esto sea todo mío.

– Y lo será, mi pupila. Sé que contigo el Imperio de las Sombras estará en muy buenas manos.

– ¿Por qué simplemente no ordenas que se me obedezca?

– No es tan fácil, hija mía. Sabes muy bien que debes enfrentarte a Lord Inferno para obtener el control absoluto de este reino. Es… el destino de ustedes dos.

– Así que… es por eso que aún lo mantienes con vida…

– En parte sí… pero también existe otro motivo.

– ¿Y cuál es, maestro?

– Lo sabrás… muy pronto…

 

     Hermócrates está en shock, alejándose rápidamente de allí…

 

*** FIN DEL FLASHBACK ***

 

     El Sátiro suspira, en señal de preocupación. – De alguna manera sabía que la señora Criseida tenía que ver con la desaparición de mi amo. Ella es cruel y despiadada, y muy poderosa, y yo sólo no podría hacer nada para ayudarle… es por eso que vine hasta aquí, para pedirle que por favor, salve a mi amo, lo salve de ella, y del Gran Maestro.

– ¿Y piensas que ella va a ayudarte? – Reclama Raye, muy molesta. – ¡Qué descarado eres!

 

     PJ se levanta, decidida. – Lo haré.

– ¿Qué has dicho? – Se pregunta la joven Hino, muy sorprendida. – ¿Después de todo lo que él ha hecho, piensas ir a ayudarle?

– Así es, Raye.

– ¿Está segura de lo que dice, joven PJ?

– Sí, Gaia… Es por eso que tenía esta angustia… sabía que él se había metido en problemas, y siento que mi deber es ayudarlo… – La pelicastaña gira su cabeza, mirando a las sorprendidas Raye y Gaia. – Entenderé si no quieren ayudarme, en ese caso iré yo sola.

– Yo la apoyo, joven PJ. – Dice la lechuza blanca, volando hasta posarse en el hombro de su protegida. – Ha sido su decisión, y se la respeto.

– No necesitas hacer esto sola. – Añade la adolescente de cabellos negros, colocando una mano sobre el otro hombro de su amiga. – Sabes bien que cuentas con todas nosotras.

– Amigas, muchas gracias.

– Gracias, muchas gracias. – Dice el sátiro, abrazando las piernas de Proserpina, esbozando una tierna sonrisa. – Sabía que había tomado la mejor decisión…

 

***

 

     El grupo de senshies recorre las calles de Tokio, saliendo posteriormente de la ciudad, corriendo un par de kilómetros hasta que se encuentran frente a un bosque. Sailor Earth y Hermócrates continúan avanzando, mientras las demás quedan estáticas, con la mirada en shock.

 

     Ambos se percatan de la situación, así que se detienen, siendo Earth quien rompe el silencio. – ¿Qué sucede, chicas?

– Sailor Earth – Dice Venus – ¿Tienes idea de qué lugar es este?

– Pues… ¿un bosque?

– No cualquier bosque – Acota Mercury, muy nerviosa – Es el Bosque de Aokigahara.

– ¿El Bosque de Aokigahara? – repite la pelicastaña, tapándose la boca por nerviosismo, ya que había oído sobre ese lugar. – Es el… bosque de los suicidios…

– Así es. – Añade Mars. – Según la leyenda, este lugar está habitado por espíritus malignos, quienes se alimentan de las almas humanas. Para obtenerlas, hechizan a todo aquel que penetra el bosque, llevándola al borde de la locura, quien al final opta por… quitarse la vida.

– Esto… no puede ser… – Sailor Earth mira a Hermócrates, muy nerviosa. – ¿Estás seguro que es por aquí?

– Así es, jovencita. No hay ninguna otra entrada al Imperio de las Sombras. Pero descuide, podremos llegar sin problemas. Confíe en mí.

– Claro que confío en ti… – La joven sonríe, luego mira a sus compañeras. – ¿Ustedes confían también?

– Si tú confías en él… – Dice Sailor Jupiter. – Nosotras también. ¿Cierto, chicas?

– ¡Cierto! – Dicen al unísono, así que el grupo avanza, a pesar de los temores.

 

***

 

     Ha pasado media hora. Las chicas se encuentran en medio de un bosque que está considerado como uno de los lugares más tenebrosos del mundo. Ellas están nerviosas, percibiendo cosas extrañas, pero tratan de mantenerse firmes.

 

     Siguen con su recorrido, hasta que llegan a una especie de sendero, rodeado de un espeso follaje. – Por aquí, jovencitas, ya estamos muy cerca. – dice el sátiro. Todas las demás asienten y continúan caminando, admirando el hermoso pero a la vez sombrío paisaje, llegando posteriormente a un claro, cubierto por un suave césped, pudiéndose ver una especie de cueva entre los helechos, y en su interior hay un portal. – Ya llegamos.

– Entonces… – Dice Sailor Moon. – ¿Es esa la entrada al Imperio de las Sombras?

– Así es, joven.

– Pues *gulp* se ve tan… siniestro… – La protectora de la luna mira a sus compañeras, claramente nerviosas, aunque no más que ella, sin embargo la joven trata de animarse y animar a sus amigas. – ¿No tienen miedo, verdad?

– Claro que tenemos miedo, Serena tonta. – Dice Sailor Mars, con voz algo quebradiza, producto de los nervios. – Pero sé que podremos enfrentarnos a ellos, y que todo saldrá bien. ¿Cierto, chicas?

– Así es. – Añade Mercury – Hemos estado en situaciones peores y las hemos superado. No hay motivo por el que no podríamos con esto también.

– Mientras estemos juntas todo estará bien. – Acota Venus, sonriente. – Somos un gran equipo, ¿o no?

– Y no solo eso. – Concluye Jupiter. – Esta vez tenemos a una gran compañera.

– Sí… creo que tienen razón, chicas. – Luego de estas palabras, Sailor Moon se dirige a la nueva Scout. – ¿De verdad quieres hacer esto?

– Por supuesto. – Responde la joven, llena de determinación. – ¿Y tú?

– Pues, si tú quieres, y las demás te apoyan, y si todas ustedes creen que todo saldrá bien… entonces, sí, yo quiero hacer esto.

– Entonces, andando.

– ¡SÍ! – Exclama el grupo, y todas, lideradas por el sátiro, ingresan al interior de la cueva, perdiéndose rápidamente de vista, decididas a hacer lo mejor posible para cumplir con su misión.

 

 

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