12 - Un dia en el campo
CAPÍTULO 12
UN DÍA EN EL CAMPO
Falta poco para el anochecer.
Marina se encuentra en la plazoleta del vecindario donde vive su prima, pues Sailor Earth la ha citado allí para hablar al respecto. Ella mira su nuevo anillo, pensando en todo lo ocurrido ese día, preguntándose cómo o porqué se ha convertido en una nueva Scout. Entonces… – Hola Marina.
La peliazul mira en dirección de la voz, descubriendo que se trata de la griega, así que ella rápidamente se tapa el anillo con su otra mano. – Hola PJ. – Evidentemente ella está nerviosa, sensación que se hace mayor al ver que su pariente se sienta a su lado. – Oh cielos… Si Sailor Earth viene y descubre a PJ aquí, podría meterme en problemas…
– Te noto un poco nerviosa. – Dijo la pelicastaña, interrumpiendo los pensamientos de su prima. – ¿Qué te ocurre?
– ¿Nerviosa? ¿Yo? – La chica trata de disimular, pero eso le resulta muy difícil. – Sailor Earth llegará en cualquier momento… ¿Qué haré? ¿Qué haré?
– ¿Marina?
– Que no pasa nada, tontita. – Ella se levanta, claramente aterrada, así que decide alejarse al menos una cuadra pues, de todos modos, la scout de la naturaleza fácilmente podría localizarla. – Seguro vienes a reunirte con tu novio. No les estorbaré. Adiós. – Acto seguido ella empieza a caminar.
PJ simplemente se levanta, con mucha calma. – Veo que aún no lo entiendes…
– ¿Qué? – Al darse la vuelta, Marina puede ver cómo su prima levanta su mano derecha, a la altura de su hombro, pudiendo observar en el dedo anular un anillo similar al suyo, algo que la deja boquiabierta. – ¡No puede ser! ¿Tú eres…?
***
Han transcurrido unos 20 minutos. Las primas siguen conversando en la plazoleta del vecindario. – Entonces… Aurora y Chris también tienen una segunda identidad…
– Así es, Marina.
– Aún me cuesta creer que mi propia prima sea Sailor Earth. Esto es algo que no me esperaba. Pero dime… – La chica mira a su prima con ojos tristes, quizás con un poco de decepción. – ¿Por qué no me dijiste nada? ¿Acaso no confías en mí?
– Claro que confío en ti. – Responde la pelicastaña, con un tono lleno de pesar. – Pero… una vez que te conviertes en una Sailor Scout tu vida cambia, y hay muchas cosas que, por más que quisieras confiárselas a alguien, tienes que mantenerlas ocultas.
– ¿Por qué?
– Porque tenemos una gran responsabilidad en nuestras manos, y también muchos enemigos. Mientras menos personas involucremos menos riesgo tienen de ser lastimados.
– No había pensado en eso…
– Descuida. Ser una Scout tampoco es tan malo: Tienes la oportunidad de ayudar a muchas personas y hacer de éste un mundo mejor.
– Ya veo… ¿Y cómo es que te convertiste en Sailor Earth?
– Es una larga historia. – Concluye PJ, sonriendo tímidamente. – ¿Qué tal si pasas la noche en casa? Así podré contártelo todo.
– Suena bien. ¡Vayamos!
– Sip. – Ambas adolescentes se levantan y empiezan a caminar en una dirección, continuando con su plática, a la vez que puede apreciarse una hermosa puesta del sol. – Por cierto Marina: Debo decirte algo sobre mi lechuza…
***
Gaia observa detenidamente a la peliazul, pensativa, hasta que PJ interrumpe el momento. – ¿Sabes ya de dónde es?
– Bueno, si no me equivoco, la joven Marina perteneció al Reino de Acuática.
– ¿Estás segura?
– No al 100%, pero sí… casi segura. Su capacidad de usar el agua y sus atributos físicos lo delatan.
– ¿Acuática? – Se pregunta la nueva integrante del grupo. – Suena como un lugar en medio del mar.
– En realidad estaba debajo.
– ¿Significa, Gaia, que en mi vida anterior yo podía respirar bajo el agua? – Entonces sus ojos se iluminan, llenándose de estrellas. – ¿Acaso era una sirena?
– Era una cueva subterránea. – Responde PJ, con mirada de reojo ante las ocurrencias de su prima. – ¿Sabes? Has estado leyendo muchas novelas de fantasía.
– Que odiosa eres… – Marina baja la cabeza, uniendo y separando el dedo índice de cada mano, mientras las demás se ríen. Luego ellas empiezan a contarle a la peliazul un resumen de las aventuras que ha tenido Earth en Japón, el despertar de Chris y Aurora, y los pocos detalles que conocen de la antigua Atlántida…
***
Es sábado por la mañana, un fresco día de Octubre…
Los Tatópolous se encuentran en ese momento preparando algunas cosas, entre comida, implementos de pesca, binoculares, etc., ya que van todos a pasar un día en el campo… a excepción de PJ ya que va a quedarse. Su madre se le acerca. – ¿Segura de que no quieres venir con nosotros?
– Sí, mamá. Es que tengo muchas cosas por hacer y quería aprovechar este tiempo a solas para concentrarme mejor.
– ¿Ah sí? – Se adelanta Aquiles, mostrando una mirada de insinuación a su hermana – ¿No será que quieres quedarte a solas con tu novio?
– ¿Qué estás diciendo? – Contesta la pelicastaña, muy sonrojada. – Escucha, Chris igual tiene que venir porque él es quien me va a explicar…
– ¿Qué cosa? – Interrumpe su padre, con cara de sorpresa y un poco de terror. – ¿Tú y él quedarán solos en casa?
– ¡MARINA VENDRÁ TAMBIÉN! – Se queja PJ, ahora con su cara tan roja como un tomate. – ¡DEJEN DE PENSAR EN TONTERÍAS!
– Vamos, Mikos, déjala tranquila. – Dice Johanne, tratando de calmar a su esposo. – Nada malo ocurrirá, sólo confía en ella. ¿Sí?
– ¡Buenos días! – Todos miran en dirección a la puerta, encontrando allí a la pequeña Electra, quien ha sido recibida por Héctor. – Muchas gracias por la invitación a su día de campo.
– Por nada, pequeña. – Responde la mujer, tomando sus cosas. – Bueno, ya estamos todos listos. Nos vamos. – Al decir esto, ella literalmente empuja a su pareja hacia la puerta, mientras éste aún sigue petrificado ante la idea de dejar a “su pequeña” a solas con su novio. – Hasta luego, PJ.
– Mi hija… mi pequeña… y él…
– ¡Mikos, ya deja de actuar como un bebé!
PJ sólo se limita a observarles, con mucha pena, apenas pudiendo decir entre susurros: – Que se diviertan…
***
El vehículo se desplaza en ese fresco paisaje otoñal, con hojas naranjas y rojas en medio del camino, adentrándose luego entre los árboles hasta llegar a orillas de un río, estacionándose allí. Todos los ocupantes descienden, sacan sus cosas entre las cuales hay una mesa y sillas portátiles, una parrillera portátil y mucha comida en los contenedores.
La mujer entonces nota que el griego empieza a llamar por su celular, mostrando así una mirada de reojo. – ¿Pero qué haces, Mikos?
– Sólo quiero asegurarme de que todo está bien.
– PJ ya es casi una adulta. Deja de preocuparte por ella. ¿Recuerdas cuando éramos novios? Solíamos tener muchas citas, y siempre queríamos estar a solas. – Ella entonces abraza a su esposo, de forma muy cariñosa. – Deja que nuestra hija disfrute de su relación con su novio. Él se ve que es un buen chico, no hay nada de qué preocuparse…
– De acuerdo… – Es lo que alcanza a responder el hombre, quien aún sigue nervioso y sigue sin gustarle la idea de que “su bebita” esté a solas con alguien. Sin embargo él decide calmarse para no contrariar a su esposa.
***
Mientras los adultos preparan el sitio, los chicos empiezan a recorrer el lugar, arrojándose algunas hojas entre sí, mirando cómo algunos árboles ya han prácticamente perdido sus hojas en espera del invierno, sintiendo esa suave y fría brisa que los obliga a cubrirse con chaquetas, luego se acercan al río para observar a los peces que nadan graciosamente en sus aguas cristalinas.
Es entonces cuando Electra se acerca a los gemelos: – Oigan, ¿qué les parece si jugamos a las escondidas?
– ¿A las escondidas? – Se pregunta Aquiles. – ¿No crees que somos un poco grandes para eso?
– ¿Grandes? Pero si ustedes acaban de cumplir 12. – Responde la niña, un tanto molesta, así que decide molestar a su amigo, mostrando una mirada insinuadora. – Pero claro, lo entiendo, de todas formas yo los habría encontrado fácilmente…
El anterior comentario molesta mucho a Aquiles, quien es muy competitivo y gusta de demostrar que él es muy bueno en muchas actividades, entonces hace una mirada de reojo a su compañera. – Empieza a contar…
– ¡Esa es la actitud! – Dice Electra, triunfante, para luego apoyar su cabeza contra un árbol y empezar a contar, mientras sus amigos buscan dónde ocultarse.
***
En Londres, Proserpina y los demás tienen una amena reunión de asuntos Scouts, explicando a la nueva integrante sobre sus responsabilidades y los nuevos enemigos a quienes tienen que enfrentar. De repente, el celular de PJ empieza a emitir un sonido, indicando que acaba de recibir un mensaje de texto. Ella lo toma, mira de qué se trata, muestra una mirada de reojo y luego baja su cabeza, expirando una nubecilla. Es allí cuando Marina interviene. – ¿Es el tío Mikos de nuevo, no?
– Sí. – Responde la pelicastaña, muy avergonzada. – A mi padre aún no le agrada la idea de que Chris y yo estemos “solos” en casa sin su supervisión…
– Es natural. – Interrumpe Aurora, tomando un sorbo de té. – Ustedes dos son jóvenes, están enamorados y… – En el acto, la pareja empieza a sonrojarse ante los comentarios de la adolescente. – A todas estas: ¿Ustedes ya han intentado…?
Ahora, las caras de PJ y Chris se vuelven muy rojas, estáticos y realmente avergonzados, entretanto Marina hace una mirada de reojo ante su compañera. – Ya cierra la boca…
– Lo siento. – Concluye la peliblanca, apenada ante su inocente intervención.
***
– 28… 29… ¡30! ¡Listos o no, aquí voy!
Electra empieza a recorrer el lugar, buscando por todas partes a los gemelos y, al rato, logra conseguir a Héctor. Ambos se ríen y se disponen a buscar a Aquiles, caminando entre los árboles, agudizando su vista para lograr encontrar al chico, ya que él pudo hallar un muy buen escondite.
Súbitamente, se logra escuchar un golpe seco en un árbol, seguido de un ligero sonido que pareciera indicar resquebrajamiento, así que ambos chicos se disponen a averiguar de qué se trata, cuando se escucha otro sonido, en esta ocasión una rama que podría haber sido pisada, así que Electra se acerca al origen de ese último sonido, encontrando al chico escondido. – Conque allí estabas.
– Vaya, Electra. Me encontraste.
– Sí, aunque me diste mucho trabajo.
– Chicos. – Interrumpe el otro gemelo, señalando al árbol de donde se originó el extraño sonido. – Vengan a ver.
Los jóvenes se acercan, pudiendo notar una especie de cristal azulado incrustado en el tronco. Aquiles está un poco incrédulo. – ¿Qué es eso?
– No lo sé. – Responde su hermano, muy confundido. – Pero lo que sí sé es que eso no pertenece a este árbol.
– Nosotros escuchamos un ruido muy extraño. – Explica la niña. – Tal vez eso se acaba de clavar allí. ¿Creen que sea un trozo de meteorito?
– Lo dudo mucho. – Comenta Héctor, ajustando sus anteojos. – Un meteorito debería haber dejado un cráter, al menos, y debería estar tan caliente que provocaría un incendio, considerando que esto es un tronco seco…
– Sea lo que sea, con tanto blablablá no resolveremos nada. – Se queja el gemelo, intentando tomar el objeto, pero está muy filoso. – ¡Ouch! ¡Cómo duele!
– Debes tener mucho cuidado con estas cosas. – Dicho esto, Héctor toma un pañuelo y lo coloca encima del cristal, a modo de protección, luego lo hala con fuerza hasta lograr liberarlo. Luego se lo muestra a su amiga. – ¿Quieres quedarte con él?
– No, gracias. Podría lastimar a mi hámster.
– ¿A tu hámster? – Pregunta el chico con cabello desaliñado. – ¿Qué no están los hámsteres encerrados en sus jaulas? ¿Cómo podría lastimarse con eso?
– Lo sé, lo sé. Entiendo lo que dices, Aquiles. Pero Protón es muy listo, y siempre logra escapar de su jaula. Además, ya tengo suficiente con que por ello le colme la paciencia al tonto de mi hermano… Mejor consérvenlo ustedes.
– ¡Niños! ¡El almuerzo está listo! – El trío de amigos hacen caso al llamado de Johanne, regresando hasta donde están los mayores para disfrutar del almuerzo.
***
Son casi las 9:00pm.
La familia regresa de su excursión, llevando a Electra a su hogar, para luego dirigirse al suyo, donde son recibidos por la pelicastaña. – ¿Qué tal el paseo?
– Muy bueno. Los chicos se divirtieron mucho. ¿Y qué hay de ti? ¿Lograste realizar todos tus deberes?
– Sí, aunque… – Entonces PJ muestra una mirada de reojo hacia su padre. – Me hubiese concentrado mejor si papá no me hubiese enviado tantos mensajes…
– ¡No respondiste ninguno! – Protesta el griego. – Tenía que asegurarme que…
– Ya te lo he dicho, Mikos. – Interrumpe la mujer, un tanto molesta. – Tienes que confiar en PJ. El próximo año ella será mayor de edad, ya es toda una mujer.
– No tiene caso, mamá. Para él siempre seré su bebita… – En esto, ella se dirige a sus hermanos, percatándose que al hacerlo su mascota guardiana se vuelve inquieta, algo que la deja confusa. Sin embargo, ella aún conversa con sus consanguíneos. – ¿Y qué tal? ¿Algo interesante en el bosque?
– Es posible. – Responde Héctor, claramente agotado. – Pero estoy muy cansado. Te comentaré luego.
– Yo también. – Añade Aquiles. – Me voy a dormir… – Dicho esto, ambos hermanos suben a su habitación.
Entretanto, PJ y sus padres deciden seguir conversando por un rato más, antes de irse a dormir…
***
La joven Tatópolous ingresa a su habitación, dispuesta a colocarse su pijama, dirigiéndose a su lechuza. – Te noté muy nerviosa allí abajo. ¿Qué te ocurrió?
– No lo sé. Joven PJ. Sólo sé que sentí algo malo, mucha pesadez, como si hubiese algún objeto maligno en el lugar…
***
El gemelo de los anteojos está sobre su cama, la parte de debajo de una litera, mientras su hermano duerme tranquilamente en la cama superior. Él toma el objeto entre el pañuelo, mirándolo fijamente: – Me pregunto qué será esto…
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