02 - Valhala la enviada del mal

18.03.2013 21:16

CAPÍTULO 2

VALHALA: LA ENVIADA DEL MAL

 

     Es de noche. PJ se encuentra sentada sobre su cama, mirando fijamente su ítem de transformación, prestando especial atención al extraño símbolo que apareció. Ella suspira, un poco afligida, y Gaia se encuentra a su lado para prestarle todo el apoyo posible en tan duro momento. – ¿Recuerdas la primera vez que me transformé?

– Claro que lo recuerdo, joven PJ. Fue cuando usted derrotó a Úrsula.

– Sí… Ese mismo día me sentí mal por el hecho de poder transformarme, pero… la vida da tantas vueltas y ahora me siento terriblemente mal por… no poder hacerlo… – Esas palabras las dijo con lágrimas en sus ojos, empezando inmediatamente a llorar sobre su almohada.

 

     Al rato, alguien toca la puerta. – PJ, ¿puedo pasar?

– Sí. – Dice la joven, secándose las lágrimas. – Adelante.

– Hola, hija. – Saluda la madre, parándose al lado de la cama. – ¿Has estado llorando?

– Pues…

– Supe lo que ocurrió en la academia. Sabía que esa cara tan afligida tuya no era un simple cansancio. – La mujer se sienta al lado de su hija, abrazándola. – ¿Por qué no me dijiste nada?

– No quería preocuparte, mamá.

– Igual debiste hacerlo. ¿O es que acaso ya no confías en mí?

– Claro que sí confío en ti. – Las lágrimas se hacen nuevamente presentes, y PJ abraza a su madre con más fuerza. – Perdóname.

– No hay nada qué perdonar, hija mía. Por cierto: Alguien te solicita.

– ¿A esta hora?

– Sí, está en la sala. – La adolescente asiente, seca sus lágrimas y abandona su habitación, entretanto Johanne mira al ave, acariciando su blanca cabeza. – Gaia, de seguro PJ te cuenta muchos secretos. Me pregunto qué clase de cosas dirías si pudieses hablar.

 

***

 

     PJ baja por las escaleras y se dirige a la sala, encontrando allí a su padre, un hombre de mediana edad, cabello marrón oscuro y ojos pardos, atendiendo a una visitante: Se trata de una mujer joven, alrededor de 30 años, piel pálida, cabello rojizo a la altura de su barbilla y ojos de color azul celeste, quien viste un uniforme de policía.

 

     Ambos se levantan al notar la presencia de la adolescente, siendo el hombre el primero en hablar. – Hija, te estábamos esperando. La oficial vino a verte.

– Buenas noches, jovencita. – Dijo cortésmente la mujer. – Soy la oficial Katherine O’Conell…

 

***

 

     En una oscura habitación del Hotel Bifrost se puede apreciar una silueta masculina: Se trata del mismo hombre misterioso que, más temprano, ingresó a un área restringida en el sótano. El sujeto mira con desprecio una masa de lodo negro, la cual una vez fue el golem que había atacado en el colegio. – Qué tonto fui, esto ha llamado demasiado la atención. Debo ser mucho más cauteloso. – En esto, él mira hacia un costado, pues alguien, aparentemente una mujer, está a su lado. – Ve a cumplir con tu misión, pero recuerda ser más discreta. – La figura asiente y desaparece…

 

***

 

     Pueden verse 3 vasos con jugo de naranja sobre una mesilla.

 

     PJ mira fijamente a la recién llegada, algo nerviosa, pues se trata de la autoridad. La mujer nota su nerviosismo e intenta tranquilizarla. – Descuida, no pasará nada malo. Tan sólo he venido a hacerte unas preguntas.

– ¿Sobre qué, oficial O’Conell?

– Sobre los acontecimientos ocurridos esta mañana en la Academia Internacional. La Interpol realiza investigaciones sobre el caso y se nos ha informado que tú has sido testigo presencial.

– Entiendo…

– Entonces, ¿puedes decirme qué ocurrió?

– Pues verá usted… – PJ calla un poco, pensando qué hacer: Solamente ella y la otra estudiante vieron lo que realmente ocurrió, y si dice que fue una criatura del mal difícilmente le creería, entonces ella suspira y continúa hablando. – Una chica estaba en las afueras y alguien la atacó. Yo acudí para ayudarla.

– Esa chica es la Sta. Kirchkoff, ¿cierto?

– No conozco su apellido, sólo sé que se llama Aurora.

– Veamos... - La mujer revisa su libreta. - Aurora Kirchkoff, sí es ella. ¿Y podrías describir al sospechoso?

– No… estaba asustada y no pude fijarme bien en su aspecto.

– ¿Segura que no recuerda nada más?

– No, lo siento.

– Ya veo. – La oficial se levanta, entregándole una tarjeta a la adolescente. – Si recuerdas algo más, por favor llámame.

– Así lo haré. – Responde PJ, mientras acompaña a la visitante a la puerta. – Que pase buenas noches.

– Estaremos en contacto, joven Proserpina.

– Disculpe. – Dice la pelicastaña, algo molesta por ser llamada así. – ¿Podría usted sólo llamarme PJ?

– Claro, no hay problema PJ. Adiós. – Acto seguido, la mujer se retira.

 

***

 

     Al día siguiente, durante la hora de descanso PJ y su prima se encuentran en el área de comedor, buscando un lugar dónde comer. Ellas miran por todas partes hasta que alguien les hace señas para acercarse a su mesa: Se trata de Phoebe. – ¡Hola chicas! Hay lugar por aquí.

– ¡Genial! – Ambas chicas se acercan y se sientan, y Marina sigue hablando. – Muchas gracias por guardarnos un lugar.

– No hay cuidado. Oye: ¿Qué hará tu guapo hermano este fin de semana?

– ¿Eh? – Los ojos de la chica alta quedan desorbitados ante esa pregunta, y una gran gota aparece sobre su azulada cabeza. – ¿Aún sigues empeñada en conseguir una cita con él?

– No me malinterpretes. Él parece ser un buen chico y sólo quisiera conocerlo mejor. Es todo.

– ¿Qué no es eso lo mismo? – La adolescente muestra una mirada de reojo.

 

     Entretanto, PJ mira a su alrededor: El lugar está repleto de estudiantes, y a ella no le gusta estar en sitios más populosos, de hecho hasta hacía unos meses ella ni siquiera hubiese podido entrar al salón comedor prefiriendo en su lugar comer sentada bajo un árbol, pues era una chica sumamente aislada, pero fue gracias a un programa de intercambio estudiantil y a un grupo de grandes amigas en Tokio que ella comenzó a superar la barrera de la soledad. De repente… – Hola.

 

     La adolescente mira en dirección a la voz: Es la misma estudiante que fue atacada el día anterior. – Hola. ¿Qué tal?

– Disculpa, ¿puedo hablarte un segundo, en privado?

– Claro. – PJ se levanta, se excusa con sus compañeras y acompaña a la joven de cabellos blancos al sanitario. Una vez allí, deciden que el lugar es lo bastante privado como para conversar. – ¿Qué sucede?

– Siento haberte molestado, pero quería preguntarte si has recibido la visita de la Interpol.

– La verdad sí, ayer en la noche. ¿También te contactaron?

– Sí. La Oficial O’Conell quería que le contase sobre lo que pasó pero… – La jovencita se detiene, respira profundamente por los nervios, y continúa hablando. – Tú sabes bien que lo que nos atacó fue un monstruo, pero solamente tú y yo lo vimos, y si le decía eso a la oficial ella no me creería, así que…

– Así que le contaste otra versión.

– Algo así. Dije que sí nos atacaron pero por los nervios no recuerdo nada.

– ¿Entonces qué es lo que te preocupa?

– Pues… quería saber qué le has dicho a la oficial O’Conell, ya que si descubre que mentí podría meterme en muchos problemas.

– La verdad yo dije casi lo mismo.

– ¿En serio? – Esta vez, la preocupación en el rostro de la adolescente se llena de mucho alivio. – Esto me deja más tranquila… La verdad yo estaba muy preocupada.

– Eso no significa que debemos dejar de preocuparnos – Dice la pelicastaña, mostrando un rostro muy serio. – Aún podrían descubrir la verdad. – En ese momento una estudiante entra al sanitario, así que ambas jóvenes deciden terminar con el tema, abandonando posteriormente el lugar.

 

***

 

     Horas más tarde, un autobús se detiene en una parada, saliendo de allí varios pasajeros, entre ellos PJ y su prima Marina. Esta última empieza a quejarse. – Vaya, apenas es el segundo día de clases y ya tenemos tareas de matemáticas. – Ella luego suspira, bajando la cabeza. – Con lo mal que se me dan las matemáticas…

– No parece tan complicado de hacer.

– Claro, a ti las matemáticas no te odian…  – Dijo la joven con ojos aguamarina, mostrando una mirada de reojo. Luego… – ¿Podría ir a tu casa para estudiar juntas?

– Sabes que sí.

– ¡Genial! ¿Te parece el sábado?

– Sí, el sábado está bien para mí…

– ¡Gracias prima! ¡Eres lo máximo! – Ella abraza a su consanguínea y continúan caminando, ignorando que son seguidas por alguien desconocido.

 

     Al rato las chicas deciden tomar un atajo, caminando por un estrecho pasillo. Ellas no se preocupan mucho dado que esa zona es relativamente segura, pero entonces PJ percibe algo extraño. – Marina, ¿sentiste eso?

– ¿Qué cosa?

– Nada… olvídalo… – Ella miente porque no quiere preocupar a su prima, así que simplemente sigue caminando, sintiéndose cada vez más desconfiada.

 

     De repente una pequeña niña se para justo frente a ambas adolescentes. – Hola.

– Hola pequeñita. – Dice Marina, agachándose frente a ella. – ¿Qué haces tan solita?

– Es que me perdí…

 

     PJ mira a la niña con recelo: Casualmente la infante se pierde, se encuentra con ellas en un recodo que no es muy transitado, y quizás eso pueda ocurrir realmente pero por alguna razón siente una extraña mala vibra en ella, como si tuviese un mal presentimiento.

 

– … ¿Podrían ayudarme a volver a casa?

– Claro que sí, pequeña. – Dice la peliazul, sonriendo con ternura, para luego tomar la mano de la niña. Súbitamente ella empieza a sentir algo de debilidad, como si su energía estuviese siendo extraída, hasta que Proserpina separa a ambas con un certero golpe en las manos.

 

     La niña cae de bruces en el suelo, agachándose, sosteniendo la mano lastimada. Marina entretanto empieza a quejarse. – ¿Qué has hecho PJ? ¡Eres sumamente grosera!

– Marina, esa niña no es normal, es un peligro.

– ¿Pero qué dices? ¿Te has vuelto loca? ¡Solo está perdida!

– Una amiga en Japón me enseñó a confiar en mis instintos… y mis instintos me dicen que esa niña no es de fiar…

– Jejejejeje… que observadora eres… – Ambas jóvenes quedan calladas ante la tétrica voz de la “niña”, quien las mira con sus brillantes ojos rojos, para luego prácticamente partirse el infantil cuerpo como si se tratase de un trapo, apareciendo en su lugar una elevada mujer con piel pálida, largos cabellos rojos hasta las rodillas, ojos de un rojo brillante y vestida con un traje nórdico.

 

     Marina se llena de terror. – ¿Pero qué pasa aquí?

– ¡¿Quién eres?! – Pregunta PJ, interponiéndose entre su prima y la desconocida. – ¿Qué es lo que quieres de nosotras?

– Qué chiquilla tan exigente. – Responde la mujer, llena de ironía. – Bien, te responderé: Mi nombre es Valhala y mi objetivo es obtener la energía vital de los patéticos humanos.

– ¿Por qué querrías hacer eso?

– Mis motivos no te incumben, simplemente… ¡MORIRÁN! – Dicho esto, la villana vuela justo hacia donde están las adolescentes, levantando una de sus manos cuyos dedos están culminados en largas y afiladas garras, así que PJ cierra los ojos.

 

     Y entonces…

 

     Alguien repentinamente aparece, pateando a la extraña mujer y arrojándola a la distancia. PJ abre sus ojos, observando que frente a ella se encuentra un joven de elevada estatura (1,83m – 6’0”), contextura atlética, piel clara, cabello rubio hasta la altura de sus hombros, el cual tiene recogido en una cola de caballo, quien en ese momento está de espaldas ya que encara a la enemiga.

 

     La adolescente queda estática, su corazón late con fuerza observando al recién llegado. ¿Acaso será…? no había terminado de pensar la pregunta cuando el sujeto da la vuelta para poder mirarla a ella con sus seductores ojos plateados, sonriéndole con mucha ternura, a la vez que los dulces ojos de la chica se llenan de lágrimas. – Chris…

– ¿Qué has dicho? – Interrumpe su prima Marina. – ¿Acaso lo conoces?

– Claro que lo conozco, él es mi… – Llena de emoción, PJ corre inmediatamente a los brazos del joven, abrazándolo con mucha fuerza, empezando a llorar sobre su pecho. – Oh Chris, te he extrañado tanto…

– Y yo a ti, mi amada PJ. – Él mira a su pareja, acariciándole el rostro mientras seca sus lágrimas. – Finalmente estamos juntos otra vez…

– Pero qué escena tan conmovedora. – Dice la mujer recuperándose de tan dura patada, hablando con tono irónico y burlón, aunque muy en el fondo ella está enojada por ese sorpresivo ataque. – Ustedes los humanos me dan náuseas.

– No permitiré que les hagas daño. – Dice Chris, parándose frente a ambas chicas con el fin de protegerlas. – Si vas a enfrentarte a alguien, que sea conmigo.

– Me encantaría, niño bonito, pero será en otra ocasión. ¡No olvides que esta humillación no quedará impune! – Dicho esto, Valhala desaparece en una nube de humo.

 

     El hombre mira por todas partes, un tanto decepcionado. – Cobarde…

 – ¿Chris? – Dice PJ, acercándosele, abrazándolo con fuerzas y, en esta oportunidad, con cierta tristeza brotando de sus ojos color esmeralda. – Hay algo que debo decirte…

 

***

 

     Una nube de humo aparece en el sótano del Hotel Bifrost, emergiendo Valhala de allí, quien se arrodilla ante la presencia del hombre desconocido. – ¿Me mandó usted a llamar, mi señor?

– Así es. – Dice el sujeto, quien da la espalda a su subordinada. – Me intriga un poco la energía extraída a una de tus más recientes víctimas…

– ¿Podría saber por qué motivo?

– La verdad no sabría explicártelo. Es una energía tan extraña pero con mucho potencial. Ve e investiga al respecto.

– Como ordene… – Entonces ella desaparece.

 

***

 

     El trío de jóvenes llega a una esquina, así que Marina se despide. – Bien, a partir de aquí nos separamos. Nos vemos mañana en clases.

– Claro, adiós Marina.

– Adiós PJ, y un gusto conocerte Chris…

 

     Al marcharse la peliazul, el joven mira a su pareja, notando la tristeza y preocupación brotando de sus ojos. – Ya estamos solos. ¿Qué querías decirme?

– Yo… – Ella mira a su novio mientras una lágrima recorre su pálida mejilla. – No puedo transformarme…

 

     Finalmente, PJ empieza a llorar sobre el pecho del hombre que ama.

 

 

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